Vicente Galiana triunfó en la Argelia de los años 30 con una marca que aún se fabrica
Por Pedro López
Los cofres del tiempo guardan en su interior tesoros en forma de historias que, de vez en cuando, es conveniente desempolvar para que no se mueran en el olvido. Una de las historias más apasionantes relacionadas con la provincia de Alicante y con la gastronomía tuvo lugar en la primera mitad del siglo XX, en un escenario tan exótico como las hostiles tierras argelinas, entonces colonia francesa y, por su proximidad con el litoral mediterráneo español, con una importante presencia de alicantinos, además de almerienses, murcianos y granadinos.

El protagonista es Vicente Galiana, un santapolero que a finales del siglo XIX había emigrado a la zona de Orán, como muchos otros ciudadanos de la provincia, en busca de fortuna. Vicente residía, junto a miles de alicantinos (y de franceses) y argelinos en la pequeña localidad de Sant-Denis du Sig. Este afrancesado nombre correspondía a lo que los nativos conocían como Sig y los españoles como El Sigle. Se trataba de un municipio agrícola en el que el trabajo era duro y el agua horrible.
Allí, Vicente Galiana montó una destilería para producir un anís que los franceses disfrutaban como si de su pastis se tratara y los alicantinos consumían para rememorar la refrescante y digestiva paloma. Además, de paso, hacían más digerible el agua que bebían. Ya en 1900, y durante muchos años después, Galiana competía con otros productores de anís que incluso habían llegado al país antes que él, algunos franceses otros alicantinos (como los hermanos Limiñana), y llegó a conseguir un premio en un certamen celebrado en la ciudad francesa de Brest, hasta que en la década de los años veinte, cansado de no prosperar por las deudas acumuladas, decidió regresar a la ‘Terreta’.

No volvió a su Santa Pola natal, pero se asentó también cerca del Mediterráneo. La próspera Dénia fue el lugar elegido para iniciar una nueva etapa, esta vez con una fábrica de juguetes de madera. El negocio arrancó con fuerza, pero en 1929 un voraz incendio intencionado arrasó con todo lo que tenía y convirtió en cenizas su nuevo proyecto.

Como si de una Ave Fénix se tratara, Vicente Galiana volvió a cruzar el charco y se estableció de nuevo al otro lado del Mediterráneo, esta vez en Orán. Corría el año 1936, con Europa inmersa en una tormenta de conspiraciones y conflictos, Galiana volvió a probar fortuna con el anís. La ciudad argelina era grande, cosmopolita, con una frenética actividad económica, social y política, y allí nació el Super Anís Galiana. Los mimbres para el éxito estaban puestos: un excelente producto, que mejoraba con creces el anís elaborado en la primera etapa; un socio con una buena red para la distribución, el también alicantino -y su consuegro- Carlos Ramos, comerciantes de vinos; y una etiqueta diseñada por Gastón Castelló.

Fueron años de éxito y de ventas crecientes en los que los franceses y los españoles disfrutaron de un destilado fabuloso incluso durante los duros años de la Segunda Guerra Mundial. La empresa, ya con Vicente Galiana fallecido, siguió creciendo de la mano de sus dos hijos: Blas y Vicente. Los primeros años cincuenta fueron prósperos y al anís se sumaron otros destilados, bebidas y jarabes, como el vermut y los digestivos. Pero el estallido del conflicto independentista provocó un éxodo masivo de franceses, españoles y del resto de ciudadanos europeos en 1962.
Los dos descendientes de Vicente Galiana se trasladaron a Francia con la intención de seguir el negocio, pero el proyecto les superó y acabaron regresando a Alicante. Se instalaron en San Vicente del Raspeig, donde abrieron una destilería para seguir produciendo el Super Anís Galiana, que ahora se consumía en abundancia en la zona fronteriza entre Francia y España. Allí se habían instalado buena parte de los franceses que salieron de Argelia, aunque también en Alicante había una importante colonia de ‘pieds noirs’.

En la década de los setenta la marca fue adquirida por una destilería más potente de Monforte del Cid, la cuna del Anís Paloma, formada por los socios Salas, Candela y Sirvent. Destilerías Monforte del Cid, además de Anís Sala y Anís Candela y otros muchos destilados y licores, sigue produciendo el Super Anís Galiana, que más de 80 años después de su nacimiento aún puede ser saboreado.
Pedro López es periodista y coordinador de GastroGuía Alicante