Dos tesoros en peligro de extinción
Por Pedro López
La provincia de Alicante, como ya hemos analizado en artículos anteriores, es rica en productos autóctonos que sólo pueden encontrarse en sus campos. Hemos hablado de la alcachofa de la Vega Baja, del níspero de Callosa, de la granada de Elche o de la uva embolsada del Vinalopó, pero hay otras frutas y hortalizas que, aunque no están protegidas por una Denominación de Origen Protegida (DOP) o por una Indicación Geográfica Protegida (IGP), se cultivan de manera exclusiva en determinadas comarcas alicantinas. Sin embargo, la falta de protección y de promoción ha hecho que muchos de estos productos, a pesar de ser auténticos tesoros, estén al borde de la extinción ante las dificultades para darle salida comercial y, por lo tanto, para conseguir una rentabilidad económica.
Hoy vamos a centrarnos en dos variedades distintas de una misma fruta: la manzana. En la actualidad, la provincia de Alicante no es una gran productora de este tipo de fruta por varios motivos: las cambiantes condiciones climáticas y, sobre todo, la búsqueda de variedades más rentables en las zonas en las que tradicionalmente se cultivaban. No obstante, en algunos municipios del interior de la provincia aún se pueden encontrar campos dee manzanos en plena producción, especialmente en las comarcas del Alto Vinalopó, L’Alcoià, El Comtat y el interior de las dos Marinas.
Las dos variedades que vamos a presentar son la manzana roja de Beneixama y el perelló. Comenzaremos por esta última, que además es la que hemos descubierto y saboreado más tardíamente. El perelló o perellón es un tipo de manzana que guarda cierta similitud en su forma con la pera (de ahí su nombre) y que tiene un color que puede ir del amarillo pálido al marrón con manchas. Es una fruta dulce y de acidez muy baja, con textura harinosa (aunque menos que otras variedades de manzanas) y que aún se cultiva en municipios del interior de La Marina Alta y del Comtat, como Agres, Alfarara, Benifallim, Vall d’Alcalà, Castell de Castells y, sobre todo, en Vall d’Ebo. Este municipio ha realizado un esfuerzo enorme: primero para evitar la desaparición del perelló y después para aumentar su producción. Además de incentivar que se mantengan los árboles y no se sustituyan por otras frutas o por otras variedades de manzanas (como se hizo años atrás), el Ayuntamiento organiza a finales de noviembre la Fira del Perelló, en la que esta fruta es la gran protagonista., Este año se han recolectado unos 100.000 kilos en los cultivos de esta pequeña localidad, que aspira a alcanzar las cotas de hace unas décadas cuando se producía el triple.
En la actualidad, a pesar de los esfuerzos realizados por productores, comercializadores e instituciones públicas, la distribución del perelló sigue siendo escasa. En primer lugar, por la falta de relevo generacional en los cultivos del interior, lo que hace que la producción vaya reduciéndose. En segundo lugar, por el desconocimiento entre los consumidores, especialmente entre los más jóvenes. Es una fruta conocida por los mayores, que incluso la compran -cuando la encuentran- en los mercados de Elche, Orihuela y Alicante. Algunos, incluso, se desplazan desde sus localidades y hacen más de 100 kilómetros para comprarlas directamente a los productores.
Una curiosidad de esta fruta es el proceso de maduración, ya que no se realiza en el árbol sino en los almacenes o casas de los cosecheros. Este proceso, conocido como ‘acanellat’, consiste en guardar la fruta en canastas o cajas, taparla con tela o papel de periódico y dejarla durante varias semanas en una estancia o habitáculo sin ventilación. De esta manera se consigue que el perelló, que tiene un color verde pálido cuando es recolectado a principios de octubre, madure en unas condiciones térmicas muy concretas y adquiera un tono amarillo e incluso marrón. Cuando este proceso ha finalizado, y hasta su comercialización, el perelló se conserva en cámaras frigoríficas a baja temperatura -y cubierto con telas- para que el consumidor pueda disfrutar de esta fantástica y dulce fruta en las mejores condiciones.
A la misma familia del perelló pertenece la manzana roja de Beneixama, otra variedad en peligro de extinción. Esta fruta se caracteriza por su color rojo, un dulzor inconfundible y un bocado crujiente, pero también por un tamaño claramente inferior al de otras manzanas foráneas, que precisamente fueron las que acorralaron a esta variedad autóctona.

La historia de la manzana roja de Beneixama es muy curiosa. Al parecer, surgió a principios del siglo XX en una finca de la localidad del Alto Vinalopó cuyo propietario ordenó a sus empleados que no cortasen ningún árbol que surgiese de forma natural sin comprobar antes las características de sus frutos. Cincuenta años después, había más de mil manzanos de Beneixama y la fruta era tan aromática que incluso en los hogares de la localidad se utilizaba como ambientador en los cajones de los armarios para dar un olor agradable a la ropa.
A partir de los años cincuenta comenzó el declive de la manzana autóctona. En primer lugar, por una enfermedad que provocó la muerte de muchos árboles; por otro, por la irrupción de variedades de mayor calibre y más vistosas, y con un menor coste de producción al ser más resistentes.
En la actualidad, la manzana roja de Beneixama está en proceso de recuperación, aunque lo hace de manera muy lenta por la feroz competencia de otras variedades que, a pesar de ser menos dulces y sabrosas, tienen mayor tamaño y una salida comercial menos costosa. Los cultivos se sitúan, además de en Beneixama y en fincas de L’Alcoiá o la Foia de Castalla, en algunas zonas de la Vega Baja y en municipios de la Región de Murcia, como Yecla o Jumilla. Una parte de la producción se destina a la elaboración de sidra ya que reduce su acidez y aumenta su dulzor y graduación alcohólica.
Manzanas de La Sarga
Además de estas dos variedades, hay que mencionar una zona productora de la provincia como es La Sarga, una pedanía de Xixona que se extiende hasta el término municipal de Alcoy y donde se cultivan diferentes tipos de frutales pero que destaca especialmente por su producción de manzanas, principalmente de las variedades golden y starking. No son manzanas autóctonas, pero las especiales condiciones climatológicas y orográficas (los campos se sitúan a mas de 800 metros de altitud) hacen que las manzanas sean especialmente dulces y sabrosas. En los últimos años, en función de la climatología, se ha llegado a superar el millón de kilos, aunque algunas cosechas se han quedado reducidas a una quinta parte por la sequía. En la actualidad, la producción se comercializa principalmente en las provincias de Valencia y Alicante, donde las manzanas de La Sarga con conocidas como ‘delicias de la montaña’.
Pedro López es periodista y coordinador de GastroGuía Alicante