Pedro López es periodista y coordinador de Gastro Guía Alicante
La provincia de Alicante, y en concreto la localidad de La Vila Joiosa, puede presumir de contar con uno de los productores de chocolate más famosos de España: Chocolates Valor. Esta más que centenaria empresa, que ha sabido crecer hasta consolidar su marca como un referente de calidad, es la que tiene más renombre, pero no es la única en un municipio volcado históricamente con la actividad económica relacionada con el mar: la pesca, la fabricación de barcos y de todo tipo de aperos e hilaturas vinculadas a la industria pesquera. ¿Cuáles son las causas de que La Vila haya sido un centro de producción chocolatera en España y aún mantenga una de las fábricas más importantes del país?
Como suele ocurrir en estos casos, hay que remontarse a muchos años atrás para encontrar una explicación a la importancia que la actividad chocolatera tiene en este municipio de La Marina Baixa. Según el historiador José Payá Nicolau, la explicación la encontramos en la llegada a la localidad, en 1810, de un maestro chocolatero italiano que huía de las tropas de Napoleón. No obstante, la firma Chocolates Marcos Tonda sitúa su fundación en 1793, casi 20 años antes de la llegada a La Vila del mencionado italiano.
En cualquier caso, según los diferentes estudios, durante los primeros años la fabricación de chocolate fue una actividad secundaria, ya que La Vila vivía básicamente de la industria del hilo -fundamental para la pesca- y de la agricultura. Sin embargo, la técnica de la elaboración del cacao, semilla de lo que años más tarde sería una actividad muy rentable, ya estaba sembrada. El duro oficio de xocolater -todo el trabajo se hacía de manera manual, incluido el molido del cacao- se fue extendido en el pueblo como una actividad familiar. El cacao utilizado llegaba al importante puerto de La Vila, como al resto del país, procedía de Guinea Ecuatorial -todavía colonia española- y de Ecuador.

La fabricación de chocolate en el siglo XIX era una labor ardua que requería un importante esfuerzo físico. El cacao se trituraba con un rodillo de piedra que molía el grano sobre otra piedra de forma cóncava, produciendo un caldo muy espeso que se calentaba con un hornillo y se depositaba en un recipiente rectangular conocido como artesa. El resultado era sometido de nuevo al mismo proceso para refinarlo y después se le añadían los ingredientes que cada xocolater quería incorporar para darle su toque personal: azúcar, harina, canela, vainilla… El producto final era lo que en aquella época se conocía como ‘xocolate a la pedra’ que, aunque lejos de lo que actualmente conocemos como chocolate, tenía un aroma y sabor muy agradables, por lo que su consumo se fue extendiendo.
La producción artesanal, y en muchos casos ambulante o a domicilio, se mantuvo en La Vila durante buena parte del siglo XIX, hasta que poco a poco se fueron incorporando instrumentos mecánicos que hicieron más fácil el trabajo del maestro chocolatero. El aumento de la producción permitió abrir mercado en las provincias limítrofes, como Murcia, Albacete y Valencia, además de en otros puntos de Alicante, donde el chocolate de La Vila Joiosa era muy apreciado. Para evitar la competencia y conflictos, los numerosos productores que a finales del siglo XIX se dedicaban ya a la fabricación de chocolate se repartían las diferentes comarcas para la venta exclusiva de su producción.

La introducción de un nuevo molino, conocido como malacata’ y que podía ser movido por tracción animal, permitió aumentar de manera notable la producción, perfeccionó el resultado final y facilitó la labor del xocolater. El cambio de siglo propició la incorporación de motores de combustión y, algo más tarde, eléctricos para la molienda del cacao. La producción aumentó de manera notable y la calidad del chocolate, lo que permitiró que numerosas fábricas se consolidasen definitivamente. Así, en la década de los años treinta del siglo XX había en La Vila Joiosa unas veinta fábricas de chocolate, aunque prácticamente ninguna realizó una inversión importante en modernizarse y todas compaginaban el uso de métodos casi artesanales con algunas máquinas.

Los chocolateros de La Vila Joiosa tardaron mucho en industrializar sus fábricas porque preferían invertir sus beneficios en la compra de tierras. Tras la colectivización de la industria chocolatera jonense durante la Guerra Civil, el racionamiento impuesto durante la posguerra frenó la expansión de la producción, aunque el número de fábricas a finales de los años 40 era ya de 23. Es en esta época cuando los sucesores de la fundadores de las primeras fábricas toman las riendas del negocio y cuando la industria se consolida, favorecida por la casi desaparición de las hiladuras y de los astilleros. La fabricación de chocolate ya se ha consolidado en La Vila Joiosa como la principal actividad industrial y en los años 50 la producción vuelve a crecer y asciende a 25 el número de fabricantes. Es a mediados de esa década cuando la industria del chocolate toca techo en la localidad alicantina. A partir de ese momento, el proceso de fusión de varias fábricas en una, la imposibilidad de modernizar las fábricas por el elevado coste de la maquinaría y la implantación de productores extranjeros, reduce el número de empresas, que en la década de los 60 son 18.
En esta época las fábricas más importantes son las de Lloret Hermanos; Hijo de Marcos Tonda y Valeriano y Pedro López, con el 58% de la producción. La década clave para el futuro de la industria chocolatera jonense fueron los 70. La mayoría de las fábricas familiares que no supieron o pudieron adaptar sus métodos de producción, su estructura empresarial y su red de comercialización acabaron desapareciendo, como ocurrió con Hijo de Marcos Tonda, que apenas unos años antes lideraba la producción.
Un ejemplo claro de acierto en el proceso de transformación es Chocolates Valor, cuyo origen se remonta a 1881 de la mano del xocolater Valeriano López Lloret, popularmente conocido como ‘abuelo Valor’. Chocolates Valor ha crecido en las últimas décadas gracias a su apuesta por el chocolate de máxima calidad, la innovación y el markéting. Ninguna otra fábrica de chocolates ha realizado una transformación tan temprana y tan clara y, salvo Chocolates Clavileño, ninguna vende su producción más allá de los límites de la provincia. La historia de la fabricación del chocolate en La Vila Joiosa es un claro ejemplo de cómo la apuesta por la modernización y la apertura de nuevos mercados ha permitido competir en un sector en el que la apuesta por la producción casi artesanal no ha sobrevivido. Además de Valor y Clavileño, podemos encontrar Chocolates Pérez y Chocolates Marcos Tonda. Esta última firma también está realizando un esfuerzo importante para relanzar su marca con diferentes productos gourmet de gran calidad.
Si estás interesado en conocer más detalles de la historia de la fabricación de chocolate en La Vila Joiosa, os recomiendo la lectura del documentado trabajo ‘La industria del chocolate en La Vila Joiosa’, de José Daniel Gómez López, y ‘La vila xocolatera’, de Luisa Vinaches. También puedes acercarte a La Vila Joiosa y visitar las fábricas y museos de Valor, Clavileño y Pérez. El primero de ellos está considerado, además, como el Museo Valenciano del Chocolate.