Gorabie, txakoli de Señorío de Astobiza
Por Vanesa Agulló.
El cultivo de la vid en Bizkaia se documenta a partir de la Alta Edad Media, época en la que los siglos XVII y XVIII suponen un período de expansión y esplendor para esta variedad. La historia del Txakoli está vinculada a los vinos de cosecha, es decir, vinos que se elaboraban para consumo propio. A finales del siglo XVIII el Señorío de Astobiza pasa a convertirse de un caserío familiar a una bodega, donde con el paso del tiempo y hasta nuestros días se controla la producción y se realizan eventos privados.
Las bodegas de Astobiza están ubicadas en la localidad alavesa de Okondo, en el barrio de Jandiola, una finca que consta de 10 hectáreas de viñedo propio, en una altitud de 300 metros sobre el nivel del mar. Por su privilegiada situación, se encuentra resguardado de nevadas, granizos y humedad intensa, ya son las propias montañas las que protegen la tierra de estos cambios bruscos y violentos.
Es importante destacar la variedad de uva autóctona de la zona : Ondarrabi Zuri y Gros Manseng. Esta bodega realiza un proceso de recolección manual en pequeñas cajas, en el que experimentadas manos seleccionan y separan en mesa eligiendo los mejores racimos. De este proceso sale Gorabie, Txakoli de Señorío de Astobiza. Vamos a catarlo pues!
- Bodega: Señorio de Astobiza, Okondo, Alava
- D.O. Arabako Txakolina
- Variedades de uva: Ondarrabi Zuri 85% y Ondarrabi Zuri Zerratie 15%.
- Vendimia: 2016
- Graduación: 12,5
Notas de cata:
Amarillo pajizo, destellos verdes, limpio, claro y brillante.
En nariz los aromas varietales de cítricos como pomelo destacan, aunque podemos distinguir vegetales como hinojo y cilantro. Sobresalen aromas de manzana y pera.
Su paso por boca nos antoja fresco, equilibrado, con un persistente carácter varietal y
dejándonos un suave picor, sin llegar a ser burbuja que invita a un siguiente trago.
Los pescados a la brasa como el besugo agradecen un buen chorro de txakoli durante su cocinado y antes de ser servido.
Por supuesto marida perfectamente con una buena cuña de queso Idiazabal y membrillo, un arroz suave de verduras, un bacalao al pil pil o unos txipirones en su tinta. Debe servirse en ‘zuritos’ o vasos pequeños, a una altura media, dejando que rompa un poco en el propio vaso, pero que no llegue a la altura de escanciar una sidra. A pesar que debe beberse frío (entre 6 y 8º), los que lo consumimos en Alicante debemos tener en cuenta la temperatura exterior, por lo que darle al vino algún grado menos, y más en estas fechas, se agradece mucho y ayuda a disfrutar, que al fin y al cabo, de eso se trata.
¡Salud!
Vanesa Agulló es sumiller del Restaurante Pintxo Kalea.
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